Después de una lucha de años, la legislatura que encabeza Renán Sánchez Tajonar, hizo posible que diez leyes quintanarroenses sean modificadas para que, los mexicanos naturalizados, no sean discriminados para ejercer algunos cargos públicos, por no haber nacido en el país en el que eligieron vivir dentro de la ley.
Por Luciano Núñez
Si esto fuera una película, así como la veo, se titularía: “El valor y la lucha de un mexicano de corazón”.
Por esos exquisitos azares del destino conocí a Ignacio Alonso Velasco allá en Chetumal, a mediados de la década pasada, y lo invité, fruto de extensas y álgidas charlas, a que escribiera una columna en Grupo Pirámide, así como lo hice con otros amigos que dan calidad a este portal desde hace años.
Con mucho entusiasmo e ingenio él tituló a su columna “El ápice de la pirámide”.
Argumentó, siempre fiel a su formación y carácter, que es su parte más sagrada, donde se encuentra por ejemplo, el templete que hay en la cúspide del Templo de Kukulkán, principal estructura en la zona arqueológica de Chichén Itzá.
Empezó con temas municipales y, en el fragor de su búsqueda, encontró grietas por donde transitar la luz de su sabiduría.
Se adentró al complejo mundo de los conflictos limítrofes de Quintana Roo y, más a fondo, en los derechos de los migrantes.
Ahí se detuvo un rato para revelar la cantidad de candados que nuestra constitución imponía para quienes decidimos ser mexicanos por elección, bajo el argumento de que no se puede elegir dónde se nace, pero sí donde se desea vivir una vida plena.
Nacimiento de Mexicanos de Corazón
La columna tuvo un altísimo impacto y no tardó, con su efecto amplificador de lo bien hecho, en convocar a otros luchadores sociales. Encontró una causa y una bandera.
Así nació la asociación civil Mexicanos de Corazón que nuclea a cientos de migrantes que decidimos ser mexicanos y ofrecemos nuestros saberes, principal capital, y nuestras ganancias, para aportarlas a esta tierra generosa, como lo es México desde sus orígenes.
Como abogado detectó numerosos candados que impedían el ejercicio pleno de los derechos y, así también, sabía que el camino era una iniciativa de ley.
Fue así que hizo uso de la poderosa herramienta que es una iniciativa ciudadana para presentar las modificaciones ante el Congreso del Estado.
Pasaron al menos dos legislaturas y fue ésta, la que encabeza Renán Sánchez Tajonar, la que le dio entrada a comisiones y, después, con el apoyo del diputado Humberto Aldana, al pleno del legislativo, algo que ocurrió ayer para alegría de la numerosa comunidad de mexicanos de corazón que ayer palpitaron más que nunca. No menor fue el aporte decidido de los diputados Ricardo Velazco, Susana Hurtado y Hugo Alday, también columnista de este portal.

“No puede haber mexicanos de primera y mexicanos de segunda”, me decía Nachito en una mesa de Chetumal, cuando todavía no sabía que ganaría un premio nacional de ensayo por su trabajo. Y no. Es cierto. Si se decide ser mexicano es con todo: con chile habanero y con todo lo marca la ley, y la ley no es diferente para unos y para otros. O todos coludos o rabones.
No existe una ley a modo y, mucho menos, cuando en la mayoría de los estados este anacronismo ya no circula en ninguna letra de estos nuevos tiempos.
Si esto fuera una película sería una saga, porque habrá otras banderas que este mexicano por elección, español de nacimiento, ha decidido plantar bandera en estas tierras para hacer patria aquí, donde está su nuevo mundo, su familia, sus amigos y su nueva bandera, en el ápice de la pirámide que decidió construir.