Por Jaguar Negro

Marcelo Ebrard, exministro de Relaciones Exteriores, salió el lunes a dar una conferencia de prensa, después de que amagara con irse a Movimiento Ciudadano, esto, tras haber perdido la encuesta interna de Morena para la candidatura presidencial, como se sabe, ahora en poder de Claudia Sheinbaum, con bastón de mando incluido.

El asunto es que se esperaba con suma tensión y ansias el discurso que ofrecería Ebrard (hasta muchos militantes viajaron a la Ciudad de México) después de no haberse registrado como candidato del partido naranja; sin embargo, lo que ofreció fue un evento cargado de soberbia: intentó de varias formas acentuar su teoría y que tenía la razón en cuanto a las irregularidades del proceso interno; enderezó dardos envenenados a Mario Delgado y las reacciones, ayer y hoy, no fueron nada positivas de quien tiene el bastón de mando del movimiento creado por AMLO.

Un sólo movimiento: no hay segundas fuerzas

En conjunto, Claudia Sheinbaum y Mario Delgado hoy salieron a refutarlo sobre un supuesto acuerdo y descartaron que él sea la segunda fuerza de Morena, publicó Milenio. Y argumentaron que se trata de un solo movimiento que no acepta corrientes ni reparte cuotas.

El autodenominado “carnal” del Presidente, se equivocó en su discurso en eso de decretar que, una parte de ese pastel le pertenece, pues ya quedó demostrado que no, que el que gana gana todo y, si hay unidad y adhesión, seguramente habrá correspondencia. Eso todavía no sucede. Y con ello defraudó a sus fieles seguidores.

Con ello da la certeza de que, una vez más quiso salir a disputar un espacio que no es lo que él creía, ni mucho menos tiene la fuerza para contrarrestar el poder que tienen AMLO y la candidata ganadora de la 4T.

Estuvo lejos Marcelo de ofrecer un discurso de unidad, una señal que esperaba el bloque ganador y, muy pero muy lejos del hombre preparado en la política, tanto interna como externa: Su lectura está a años luz de lo que sucede en el movimiento, al que decidió adherirse y permanecer. Eso sí: tiene seguidores, mas no le alcanzan para lo que él quisiera, pero prefiere ahorrárselos para 2030, cuando la situación política ya sea otra y, quizás, el/la elegida para la sucesión, está claro, no será bajo esta lógica de mal perdedor y confrontación.

Parecía la escena de aquellos candidatos que, cegados por su propia realidad, viendo la marea electoral que los sobrepasaba, preferían decir que “todavía había mesas por computar o urnas en camino”, a admitir la cruda derrota con más estoicismo y dignidad.

El momento político exigía humildad, unidad y hasta de sumisión con la victoria ajena, algo que está visto, no está dispuesto a ofrecer encaramado en su soberbia.

Veremos cómo le va en ese supuesto reparto que exige como segunda fuerza. Ya le dijeron que sólo hay un movimiento: ¿Qué parte no entendió el carnal?

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