Mientras Javier ganaba las elecciones en Argentina, en México Claudia Sheinbaum lanzaba su precandidatura con unidad, y la cercana presencia de la gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama.
Por Luciano Núñez
El amplio resultado de las elecciones de ayer en Argentina, en las que el ultraderechista, Javier Milei, (autollamado El León) ganó después de una segunda vuelta, pareciera encender una luz para la derecha Mexicana; sin embargo, Claudia Sheinbaum, el mismo día, presentaba ayer su precandidatura rumbo a las presidenciales de 2024, en la que reunió, tanto a gobernadores y gobernadoras como a figuras de la 4T: mostró unidad y consolidación de su proyecto.
¿Dónde estaba el discurso?
Partiendo de que las realidades economías, geopolíticas, procesos históricos e idiosincrásicos son, en algún punto parecidos, en realidad, son bastante diferentes entre Argentina y México, donde todavía no ha sido presidenta una mujer y, por ejemplo, la deuda externa es diametralmente opuesta: la del país de Maradona arrastra un gran pasivo, pareciera impagable e inmanejable, México tiene una deuda más llevadera, aunque a lo largo de la historia haya perdido buena parte de su territorio nacional para hoy no tenerla.
Javier Milei encontró fácil el discurso contra “la casta” (el reducido grupo político que se beneficia a costa del Estado) y lo siguió, aunque con ajustes, hasta el final. Se fue por la economía, el descontento más hondo, y leyó la realidad de la calle que dice lo que sucede a gritos: la inflación es un cohete inalcanzable, como el precio del dólar, que supera los mil pesos argentinos por cada “verde”.
Si bien en la “primera vuelta” competía Patricia Bulrich, representante de la centro derecha que construyó, desde hace años el ex presidente Mauricio Macri, no tenía lo que Milei: discurso ni carisma, algo que en política es como el Santo Grial. Y aunque Sergio Massa fue un excelente candidato: hizo la hazaña de ganar en primera vuelta, esto, con los paupérrimos resultados en la economía siendo él el ministro, y también ganó el debate, arañó la gloria si los dos frentes de derecha no se hubieran unido.
Y ahí viene otro asunto: habrá un gobierno de coalición que, a la luz de la historia, en Argentina no funcionó: ahí el 2001 con su “que se vayan todos”.
¿Cómo terminan los presidentes?
Ahora bien, en México la historia es diferente por dos asuntos prioritarios, a mi modo de ver, primero porque hay un abismo de diferencia entre el epílogo de gobierno de Alberto Fernández, que termina con apenas 18 por ciento de aprobación, según la prestigiada Revista Noticias, y Andrés Manuel López Obrador, que acaba con un asombroso 65 por ciento, en algunos 70 por ciento de aprobación, dicho hasta por las encuestadoras de oposición.
Claudia tiene el camino y el discurso fácil, si es que lo sabe llevar a buen puerto. Ayer, aunque con las limitantes de la normativa electoral, dejó claro que habrá lo que llamó, “un segundo piso” de la Cuarta Transformación”. Se comprometió a dar continuidad a grandes proyectos, como el Tren Maya, los aeropuertos, que manejan los militares y la aerolínea, el Istmo de Tehuantepec, entre muchos otros. Además, tiene el sólido apoyo de un grupo de gobernadores que le han dado muestras de confianza, como lo fue la interna con Marcelo Ebrard, quien ayer no fue y prefirió enviar a su representante, según informaron. No se va, pero tampoco se queda del todo a gusto.
Entre ese grupo de apoyo a Claudia está Mara Lezama, gobernadora de Quintana Roo, que ayer estuvo justo detrás de la precandidata, y siempre está en el círculo más próximo de Sheinbaum: desde este espacio hemos dado cuenta de esa proximidad, que daría, a Quintana Roo, un puerta amplia para seguir la ruta de crecimiento que tiene el Sureste, desde que AMLO se convirtió el presidente, con la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, principalmente.
Resumiendo un poco, la oposición difícilmente encontrará un punto de discurso cuando el mandatario tiene la aprobación que tiene y, aunque hubo escándalos, no pudieron bajarle el apoyo ciudadano. Caso distinto, como se dijo, al del presidente argentino que acaba en medio de una crisis y con el agravante de la manipulación de la vicepresidenta Cristina Kirchner.
En Argentina el peronismo ha gobernado casi los últimos 20 años, salvo 4 años de Macri, y el modelo de proteccionismo ha colapsado por varios frentes: la amenazas constantes de impago de la deuda externa, la pérdida del poder adquisitivos y, algo que es notorio en México, la migración por falta de oportunidades, como ocurre en Cuba y Venezuela, gobernados por autócratas. Es decir, la situación es grave y requiere de un timonazo que reoriente el gasto público, para orientarlo a la producción, porque ya está comprobado, regalar dinero mitiga la pobreza, pero no la erradica de fondo.
Sin narrativa
Volviendo a los momentos político que vive cada país, Xóchitl Gálvez, virtual candidata de oposición y la derecha de México, no tiene la narrativa que necesitaría, al menos hasta ahora, menos si se muestra tan cerca políticos que la sociedad en su mayoría ha rechazado: como Alejandro Moreno, líder del PRI, el panismo post Felipe Calderón y ni qué hablar de el PRD, o lo que queda de él.
Milei, aunque siempre se refirió bien a Macri, supo mantenerse a una buena distancia con respecto a los candidatos de la derecha. Incluso dijo que Bulrich era una “montonera tira bombas”, algo de lo que después se tuvo que desdecir, al igual que sus calificativos hacia el Papa, al que llamó de representante del maligno. “Se recibirá con todos los honores de un jefe de estado”, bajó el discurso ya para la segunda vuelva. Supo moldear el discurso y logró más de 10 puntos porcentuales con una campaña muy astuta, muy enérgica y fresca. Ahora, es una gran incógnita si podrá dolarizar la economía y controlar la hiperinflación. Lo que sí es que Argentina se merece un destino mejor que su presente.
Por ahora, el manual del continuismo de la 4T dice que Claudia está en su lógica, se consolida semana a semana, y la oposición no encuentra un León/a que ruja, por ahora, para poner a temblar a la 4T.
*****
* Luciano Núñez Es técnico en Periodismo y licenciado en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Catamarca, Argentina. Postgrado de Opinión Pública por FLACSO y diplomado en géneros periodísticos en La Salle, Cancún, e Historia de Quintana Roo en la Universidad del Caribe y Sociedad Andrés Quintana Roo.
Trabajó en medios de comunicación de Argentina y México y publicó los libros Voces que Vuelven, Tan Lejos y Otra Vez en Casa y la novela Magnificens Cancún, editada por Miguel Ángel Porrúa.
Fue director de Comunicación Social en Benito Juárez, Cancún y Solidaridad, Playa del Carmen.
Actualmente es director general de Grupo Pirámide y Vértice.